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En Michoacán, una organización de salud para mujeres enfrenta recortes de fondos y encuentra un nuevo equilibrio

by Malaika Cheney-Coker and Robby Valor, Ignited Word

El sector social ha sido sacudido por una crisis de financiamiento sin precedentes, y los grupos de mujeres se encuentran entre los especialmente vulnerables. Mujeres Aliadas, una organización mexicana de salud para mujeres, cuenta su historia de perseverancia frente a recortes financieros y obstáculos sociopolíticos, y cómo, gracias al financiamiento sin restricciones y el apoyo a la medida de WomenStrong, ha podido continuar con su misión de promover los derechos sexuales y reproductivos de adolescentes y mujeres rurales.

El sector social ha sido sacudido por una crisis de financiamiento sin precedentes, y los grupos de mujeres se encuentran entre los especialmente vulnerables. Mujeres Aliadas, una organización mexicana de salud para mujeres, cuenta su historia de perseverancia frente a recortes financieros y obstáculos sociopolíticos, y cómo, gracias al financiamiento sin restricciones y el apoyo a la medida de WomenStrong, ha podido continuar con su misión de promover los derechos sexuales y reproductivos de adolescentes y mujeres rurales.

Cuando a inicios de este año dos subvenciones largamente esperadas colapsaron en rápida sucesión, Mujeres Aliadas, ubicada en el estado de Michoacán, en el centro de México, se vio obligada a entrar en modo de gestión de crisis. La avalancha de adaptaciones ante esta situación —provocada por el retroceso sin precedentes de la asistencia exterior del gobierno de Estados Unidos— resultó en el despido de tres integrantes del personal. Otras tres personas pasaron de tiempo completo a medio tiempo. La organización también se vio obligada a reducir sus metas para el año. “Fue complicado, fue difícil, pero, se logró”, dice Lisel Lifshitz, directora ejecutiva de la organización.

Esa capacidad de seguir avanzando, incluso en medio de una crisis financiera, no fue casualidad. Fue la culminación de años de trabajo deliberado, gran parte de él enfocado hacia adentro: construir un equipo más sólido, reflexionar profundamente sobre el propósito y los valores de la organización, y compartir el poder de toma de decisiones para que los cambios surgieran desde las miembras de base de la organización, en lugar de ser impuestos por el consejo directivo o la dirección ejecutiva. Gran parte de este fortalecimiento organizacional y de esta resiliencia fue posible gracias al apoyo de WomenStrong, una organización que busca transferir poder y recursos hacia grupos liderados por mujeres en todo el mundo a través de financiamiento sin restricciones, fortalecimiento institucional, apoyo a la medida y aprendizaje entre pares.

Por ejemplo, cuando llegaron los recortes, Mujeres Aliadas no esperó a que la crisis fuera insostenible. El consejo directivo sugirió la necesidad de reducir gastos para evitar la bancarrota, pero los detalles sobre qué recortar vinieron del propio equipo. Esto facilitó la aceptación de los cambios, explica Lifshitz, y ayudó a mantener la moral.

Las bases de este proceso de toma de decisiones compartida se establecieron durante un esfuerzo de planificación estratégica que continúa hasta hoy. El financiamiento sin restricciones de WomenStrong no sólo permitió a Mujeres Aliadas continuar con esta planificación durante la crisis, sino que la filosofía de compartir poder que impregnó el proceso también fue inspirada por WomenStrong. 

“WomenStrong ha jugado un papel muy importante en esto porque socializaron y compartieron su proceso de planeación estratégica y compartieron los resultados con todas y todos”, señala Lifshitz. “Eso despertó una inquietud sobre cómo hacerlo de manera más participativa”.

 

Además, un ecosistema de apoyo organizacional —establecido en parte por WomenStrong— ayudó a Mujeres Aliadas a aprender, apoyarse e incluso llorar junto con contrapartes en otras partes del mundo que enfrentaban desafíos similares. “Nos ha ayudado a reflexionar juntas, a ver otras realidades. Porque hay organizaciones de todas partes del mundo, de todos los continentes, con contextos diversos”, dice Lifshitz sobre las discusiones colaborativas y el intercambio de conocimientos entre pares que se dan en el Laboratorio de Aprendizaje (Learning Lab) de WomenStrong.

Violencia, machismo y rotación de personal en un entorno difícil

Los recientes recortes no son más que el último de una serie de retos operativos y financieros que han marcado la evolución de la organización. Con base en la región purépecha de Michoacán, el grupo dirige una escuela profesional de partería, tres casas de salud para la mujer lideradas por parteras profesionales y procesos comunitarios de educación en derechos sexuales y reproductivos. Cuando Lifshitz llegó hace cuatro años, Mujeres Aliadas ya tenía raíces profundas en la comunidad y había logrado la acreditación de su escuela de partería, una hazaña burocrática en un país conocido por su exceso de trámites. Pero el grupo todavía lidiaba con tensiones entre distintas áreas de trabajo, dificultades con algunas exalumnas. También contaban con un plan estratégico diseñado principalmente por el consejo directivo.

Desde entonces, el equipo ha fortalecido sus vínculos con gobiernos locales, universidades y redes nacionales que defienden la partería y los derechos reproductivos. También ha aclarado el alcance de sus responsabilidades con las egresadas para avalar sus estudios de partería.

Pese a sus logros en mejorar relaciones con el gobierno y la comunidad, el personal de Mujeres Aliadas sigue trabajando en un contexto de machismo arraigado, desconfianza hacia la partería por parte de autoridades médicas y los riesgos permanentes del crimen organizado.

Lifshitz recuerda momentos en que miembros del equipo tuvieron que esconderse bajo los muebles durante balaceras cercanas. Algunas mujeres embarazadas llegan a la casa de salud sin que sus esposos lo sepan, arriesgándose a represalias familiares. Los caminos y carreteras han sido bloqueados por grupos de autodefensa o facciones criminales, complicando los traslados de emergencia a hospitales.

Estas condiciones contribuyen a que exista rotación de personal en la organización: algunas personas se van porque no logran adaptarse a la vida en un pueblo pequeño, otras por diferencias ideológicas. Con el tiempo, dice Lifshitz, el grupo ha aprendido a sobrellevar las salidas de compañeras de trabajo, aceptando el cambio como inevitable y con mentalidad de adaptación.

 

El trabajo interno de construir una organización más fuerte

Sobrevivir y mantenerse resilientes en este tipo de entorno ha requerido flexibilidad y apertura, un reconocimiento de que, como dice Lifshitz, “las organizaciones son entidades vivas que cambian constantemente, y tenemos que adaptarnos a eso y crecer”. WomenStrong International, cuyo modelo de financiamiento sin restricciones y basado en la confianza ha permitido a Mujeres Aliadas invertir en sí misma, también ha sido un socio clave en esta evolución.

De hecho, aunque los fondos de WomenStrong son sin restricciones y dejan en manos de la organización receptora la decisión de cómo utilizarlos, también ofrece financiamiento adicional para apoyar necesidades de fortalecimiento organizacional como desarrollo profesional, retiros de integración y salud mental. “Convertido en pesos mexicanos, [es] una cantidad significativa para capacitación”, comenta Lifshitz. “Así que hemos tenido formación sostenida durante varios años que nos ha permitido fortalecernos como equipo”.

Igualmente significativo es el enfoque de solidaridad y comprensión con el que WomenStrong ha manejado la relación. “WomenStrong simplemente nos ha escuchado con mucha atención y cuidado”, afirma Lifshitz.

Recortes de financiamiento amenazan la existencia de los grupos de mujeres

La historia de Mujeres Aliadas es una entre muchas de organizaciones dirigidas por mujeres o centradas en mujeres que enfrentan amenazas existenciales. Un informe publicado por ONU Mujeres en mayo reveló que el 90 por ciento de las organizaciones de mujeres encuestadas están siendo llevadas al límite debido a los recortes continuos a la ayuda internacional, y la mitad de ellas afirmó que podría cerrar en seis meses.

Esto afecta de manera directa a WomenStrong y a sus socias. “Muchas de nuestras socias aún dependen en gran medida de fuentes tradicionales de financiamiento”, dijo Patricia Essel, Asesora Principal de Programas. “Lamentablemente, hemos visto distintos niveles de impacto entre nuestras socias como resultado de esta crisis continua: algunas han tenido que reducir sus iniciativas, mientras que otras han tenido que despedir a la mayoría de su personal para poder seguir”. Por ejemplo, una socia sufrió un recorte del 75 por ciento en sus fondos, según Essel.

Para preparar a sus socias con las habilidades necesarias para superar tiempos de crisis, un aspecto clave del modelo de apoyo de WomenStrong es ayudar a diversificar sus fuentes de financiamiento. De hecho, según una evaluación de resultados publicada recientemente y realizada de forma independiente por encargo de WomenStrong, la mitad de las organizaciones participantes en un ejercicio de “momentos críticos” (tres de seis) reconocieron el papel de WomenStrong en ayudarlas a asegurar financiamiento adicional, ya sea mediante conexiones estratégicas, acceso a plataformas importantes o asistencia directa en la redacción de propuestas.

Cómo otros grupos pueden absorber los golpes y avanzar con propósito

Incluso con menos personal y presupuestos más pequeños, Mujeres Aliadas tiene muy claro lo que quiere hacer a continuación: diversificar sus ingresos más allá de fundaciones estadounidenses, fortalecer sus comunicaciones y mantener el equilibrio entre la atención local y la incidencia política más amplia. El objetivo final es lograr comunidades donde mujeres, niñas y adolescentes tengan la capacidad de tomar sus propias decisiones sobre salud sexual y reproductiva, libres de miedo y tabúes.

Cuando se le pregunta qué consejo daría a otros grupos que enfrentan dificultades similares, Lifshitz no duda: fortalecer primero al equipo. “El cambio es constante. Tenemos que adaptarnos, pase lo que pase”, afirma. “Hay que tener las conversaciones difíciles. Si hay conflicto, hay que hablarlo. De lo contrario, este no desaparecerá”. Es un consejo nacido de la experiencia y de una cultura organizacional moldeada por años de inversión interna y apoyada por una donante que considera que escuchar, confiar y reflexionar también es parte del trabajo. Esa cultura no solo ha permitido a Mujeres Aliadas resistir un golpe que habría derrumbado a un grupo menos preparado, sino también encarar el futuro con paso firme y propósito.

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